CASAS VIEJAS 1933 – MELILLA 2022
A primeros de 1933 un gobierno de coalición con el PSOE y presidido por Azaña, se tuvo que enfrentar a una convocatoria anarquista de insurrección que se saldó con pocos – para la época – incidentes reseñables y se controló, con una excepción trágica. Desde un villorrio de Cádiz llegó la noticia de que unos paisanos habían conseguido agredir a algunos guardias civiles y guardias de asalto del cuartel, regresando después a su choza, donde se defendieron a tiros. Allí fueron aplastados, ametrallados y quemados en la chabola, sin miramientos, por una fuerza inmensamente mayor. El capitán Rojas dijo seguir las la orden del Director General de Seguridad, Arturo Menendez, de que abrieran fuego sin piedad. A una sola mujer y a su bebé se les permitió salir. El resto, 6 personas, murieron en el asalto a sangre y fuego.
Pero lo peor estaba por llegar. Esa noche – los imagino arrojados al delirio por una etílica celebración de su victoria – se entregaron a una orgia de sangre. Casado ordenó detener a los militantes anarquistas del pueblo y ante las ruinas de la choza asesinaron a sangre fría a doce personas más.

El 2 de febrero un gobierno sorprendido optó por la solución fácil: dar credibilidad a los informes del capitán dados al ministro de interior, Santiago Casares Quiroga, que negó cualquier extralimitación de sus tropas, y echar la culpa a los anarquistas, pese a que se empezaban a conocer parte de los hechos. “En Casas Viejas ocurrió lo que tenía que ocurrir” dijo Azaña.
Cuando se hizo una investigación judicial independiente y otra por una comisión parlamentaria se supo más de la verdad se destituyó a Menendez y se detuvo a Rojas, el cual fue juzgado y condenado sólo un año después, aunque implicó al mismo Azaña de forma poco creíble.
Aun así, la duda había echado raíces, y su sombra acompañó a Azaña durante la tragedia mayor que se avecinaba, y en el gobierno de coalición se abrió una brecha bajo el ruido de fondo de la victoria de Hitler en Alemania ese mismo 30 de enero, y las elecciones municipales de abril, malas para una izquierda rota en varias facciones, provocó en junio la caída de Azaña y la entrega del gobierno a un personaje como Lerroux, comienzo del bienio negro.
(Fuentes: Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Sucesos_de_Casas_Viejas ; https://www.eldiario.es/andalucia/matanza-casas-viejas-memoria-represion_1_1735512.html y pgs. 266 ss del tomo 18 de la Historia de España de Jhon Lynch, editada por El Pais, Madrid 2007. )
¿A qué viene este rollo del extranjerista, que se nos ha vuelto más un profesor de historia como el que recordamos todos que en el instituto nos avasallaba con datos, fechas y listas que memorizar? Los más aviesos ya lo habrán adivinado, y algún aviso he dado en otras páginas de la reflexión a que me conduce este episodio triste de la historia.
Un gobierno que reacciona a las primeras de cambio echando balones fuera y creyendo a pies juntillas las mentiras de sus subordinados, quienes a su vez se esconden detrás de ellas, es comprensible. Máxime si nos movemos en un el marco de un conflicto fronterizo con un vecino incómodo, cuya actitud en la materia no ha sido hasta ahora muy edificante que digamos. Pero la verdad al final sale a la luz. Cierto que los medios de comunicación españoles deben hacérselo mirar, y preguntarse por qué tienen que venir de fuera a hacer su trabajo. Y digo hacer su trabajo, no mejor o peor, sino simplemente a hacerlo, pues que me responda alguien a qué medio español le ha interesado realizar una investigación a fondo, a riesgo de que resultara lo que resultara. Aun es tiempo, me respondo siempre optimista, de que surja un Ramón J. Sender actual para escribir un “Viaje a la aldea del crimen”.
Pero ante esa perspectiva siempre es mejor adelantarse no por la vía de la negación insistente, cuando no las burdas evasivas, sino por la exposición detallada. Máxime cuando muchos elementos abundan en un cuestionamiento nada inquisitorial, sino plenamente lógico. Si las muertes se produjeron por aplastamiento contra la valla, que se encuentra en territorio español, ¿cómo seguir sosteniendo que las mismas muertes se produjeron en territorio marroquí y son su jurisdicción? ¿Acaso entre la valla rojigualda y los rostros aplastados de los inmigrantes sudaneses existía una fina película cuántica que los separaba de los derechos de un país que se dice democrático? ¿Es creíble que no se abrieran las puertas porque los policías españoles se sentían amenazados en su vida por una masa de miserables desarmados que nada apunta que pretendieran otra cosa que cruzar? ¿Cuántos, cómo, quiénes, dónde las autopsias, por qué las tumbas tan rápidamente abiertas, por qué los testigos/victimas tan velozmente alejados?

Eso y más, antes de las imágenes que nos han espeluznado estos días. Después, la evidencia es que la actitud de Marlaska ha sido la de entorpecer, evitar, impedir, eludir, ocultar, insistir en lo obvio con evidente intención de desviar la atención, argumentar falazmente (no, los rechazos en frontera o las devoluciones en caliente no fueron legales, se diga lo que se diga. ¿dónde los nombres, las reseñas, la individuación, dónde los expedientes exigidos por los altos tribunales que sobre la cuestión se han pronunciado?), protegerse y proteger a los suyos. Pero si en 1933 esa misma actitud sostenida sólo por unas semanas se sumó a las tensiones de una situación política inestable imaginemos cuánto sumará ahora un ministro hundido en su propia trampa a la desafección, la decepción, el perfeccionismo estúpido si queréis y la labor de zapa que la demagogia de unos medios vendidos se encarga de alimentar.
Estos días, por fin, se dirigirán sus señorías en apretada agenda a Melilla, cuatro meses después, para comprobar in situ. Por fin se ha prometido permitir la visión de todas las grabaciones, aunque lo mismo se le dijo al Defensor del Pueblo, y claro, una promesa rota hace difícil que te crean las siguientes.
Sin adelantar conclusión alguna, sin prejuzgar nada, incluso confiando con algo de ingenuidad en esa comisión parlamentaria, lo cierto y ya sentado es que la gestión que se ha hecho de este acontecimiento ha sido nefasta, que con un poco de inteligencia hubiera bastado con prometer investigaciones en profundidad, en vez de apresuradas y fatuas afirmaciones de corrección y legalidad en momentos en que ni tan siquiera los más informados podían estarlo. La insistencia en ellas, e intentar devolver la pelota con la consabida “falta de pruebas” cuando millones de personas han podido verlo en sus televisores ya constituye un ejemplo infame del tan cansino “sostenella y no enmendalla” a que una clase política obsesionada por confundir tozudez con fuerza nos tiene lamentablemente acostumbrados. Y lo dice un abogado aragonés.
¿Se ha actuado así para intentar evitar el escándalo que supuso en 1933 la actuación de fascistas infiltrados en las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado?. Quizás sea una de las preguntas que deben ser respondidas. ¿Saben que fue del Capitán Casado? Tras apenas dos años en la cárcel fue liberado y se unió con honores a las fuerzas sublevadas contra la República. Seguramente terminó condecorado.