COMO SALIR DE UNA BOCA DE LOBO
ALMERIA 2024. MI RESPUESTA
Hace unos días fui invitado a unas jornadas sobre extranjería organizadas por el Colegio de Graduados Sociales de Almeria, en un estupendo hotel, y con un programa un tanto recargado de cargos institucionales, y en el que avisé que temía que mi conferencia iba a ser algo así como la “nota crítica”. Comenzando por el Director General, continuó la jefa de la Abogacía del estado, tras la que se situó mi intervención y después una mesa redonda de jefes de oficina, con cuatro de ellos, en la primera mañana.
Mi intervención trataba sobre las dificultades cotidianas con las que nos enfrentamos los extranjeristas, y tuve que exponer con mucha premura, eliminando incluso el capítulo final dedicado a los jueces, y sin poder casi ilustrar cada una de mis afirmaciones con ejemplos vívidos y vividos, lo cual desde luego hubiera sido muy deseable por cómo se me comprendió, o quizá se me tergiversó. El esquema que iba siguiendo se acompaña al final.
Cuando terminé y fue el turno de la mesa de jefes, sin haber dicho nada en el turno de preguntas, es decir, huyendo de poder rebatir o de entrar en debate, aprovecharon su intervención para demostrar lo ofendiditos que estaban, y soltaron todo lo que se les ocurrió en un tono personal y de contestación a mi intervención, que intentaré resumir. Creo que demostraron poca “deportividad”, una finísima piel y una capacidad de comprensión bastante cuestionable. Quizá creían asistir a una especie de juegos florales y que habían ido a pasar unos días de asueto, compañerismo, francachela y pizpiretos ofrecimientos de amistad eterna, con su puntito de pelotilleo, y en el típico “marco incomparable”. Pero se encontraron no sólo las alabanzas que esperaban, sino una crítica fundada y sostenida en hechos, que con la que está cayendo, era más que previsible.
El extranjerista no va a dejar sin contestar la mayor parte de sus diatribas — pues frente a mis esforzadas argumentaciones, no llegaron a hilvanar un cochino silogismo. Curioso que en ningún momento negaran nada, sino se limitaran a una crítica personal sobre bases puramente formales. Si hubieran sido abogados sabrían que así no se construye una defensa sólida, y me temo que al final de las jornadas el veredicto es que perdieron el juicio al que ellos mismos se sometieron.
Porque no fue sólo mi intervención, sino que de la del representante del Defensor del Pueblo al dia siguiente que permitió extraer no pocas conclusiones de cómo se hacen las cosas en tantas ocasiones, cómo se retuercen y tergiversan los conceptos, siempre en la misma dirección. Aunque sobre todo fue la intervención del Director de la UGE, una auténtica exhibición de eficacia y buen criterio que hizo que todo el mundo, en su fuero interno, hiciera comparaciones – claro, ya se sabe que siempre son odiosas — en las que algunas oficinas provinciales no quedaban muy bien paradas.
Se me acusó de utilizar un lenguaje bélico, de hablar de jefes díscolos, de la Administración como enemigo, pero no se molestaron en rebatir la mayor, y es que es evidente que en esas oficinas hay una guerra — o como quieran llamarlo, conflicto, huelga de celo, formulismos ultrarrestrictivos, interpretaciones contra las personas….– a base de imposiciones feroces de criterios implacables, sin mayor explicación que la que uno se busque, una guerra en la que cuentan con poderosísimos aliandos y que desde luego los extranjeros, víctima de este tomate, no han declarado.
Yo había dejado bien claro que no todas las oficinas eran iguales ni funcionaban con la misma dinámica. Incluso comenté que había encargado al portal de transparencia unas tablas de porcentaje de resolución para ilustrar esa diferencia, disculpándome porque esos no me habían llegado aún pese a esperar más de un mes – ya me llegarán y se harán públicos –, pero que podía adelantar que había diferencias de hasta más de un 20% en los índices de denegación entre unas y otras. Sin embargo, quizá por darse por aludidos, me acusaron de generalizar, lo cual, por su falsedad, no dejó de sorprender a muchos que me expresaron después su perplejidad.
Rebrochaban haberles llamado racistas y xenófobos, escandalizados por ello, cuando, en la expresión reiterada de intentar encontrar explicaciones, lo que dije es que entre las posibles no podía descartarse la influencia como factor de una realidad sociológica innegable, como es el incremento de la xenofobia y el racismo, argumentándolo con los notorios resultados de determinado partido político al que no reconozco la dignidad de nombrarlo. ¿Fue tergiversación malintencionada o mera o incapacidad de comprender?. No lo se. Ojalá pudiera pensar en otra explicación distinta de esas dos en el que la deducible calificación personal de los responsables fuera más liviana.
Las críticas más personales casi ni me acuerdo de ellas: que si parecía mentira que yo fuera un profesional con más de 30 años de experiencia, que si mala educación, que si agresivo, y bla, bla, bla. Que si había construido una absurda teoría de la conspiración al decir que se intentaba agotar la paciencia de las personas, sin entender que lo que reclamamos todos es una serie de explicaciones creíbles al por qué se producen resoluciones que no hacen más que obligar a la reiteración de expedientes ad infinitum, y saber a quién beneficia esa estupidez … sobre todo si su queja sempiterna y su única pretendida explicación es la falta de medios y personal, lo que resulta en una incoherencia manifiesta: “me quejo de que tengo mucho trabajo pero con mi actitud en lugar de reducirlo lo multiplico”. Tampoco hubo esfuerzo alguno en explicar esa manifiesta contradicción, salvo la tontería que comento a continuación.
Porque lo que más me dolíó de su pretendida respuesta fue algo en lo que curiosamente coincidieron. Uno aludió al imperio de la ley y el otro al principio de legalidad.
A preguntas de un funcionario de oficina que se identificó además como compañero de sindicato, tuve la oportunidad de mostrar una profundización en mi reflexión, desde un punto de vista ético, y para ello hablé de márgenes de actuación. Mostré mi más profundo respecto a todos aquellos que tomen las decisiones que corresponda sencillamente porque están obligados a ello, o por sus jefes o por la norma, e incluso me solidaricé con quien me preguntaba, que expresó los conflictos con su conciencia que sufren, pero que como funcionarios, no les toca otra que acatar. Ahora bien – aclaré — cuando dentro de los márgenes legales un funcionario con capacidad para ello toma la decisión que más perjudica y machaca a una persona, en lugar de tomar otra que, dentro de ese mismo margen e igualmente legal, beneficia y reconoce la dignidad humana de esa persona, dije, y repetiré las veces que haga falta, que pienso que entonces estamos ante una mala persona. Sorprendente que esa expresión no pareciera molestarles, pues nada dijeron sobre ella.
Sin embargo, y a pesar de esa explicación, salieron con lo del principio y el imperio, demostrando que, o no habían entendido nada, o de nuevo tergiversaban. Pero que en un foro de juristas, donde conocemos no sólo la norma sino sus a veces amplísimos márgenes, se insinuara que carecen de esos márgenes, que todo lo que hacen lo hacen en cumplimiento de la Ley, en el sentido único al que se ven avocados, como si no pudieran hacer las cosas sino única y exclusivamente como las hacen, fue un insulto a la inteligencia jurídica de todos los presentes y un tórrido ejercicio de cinismo.
FRANCISCO SOLANS PUYUELO
Secretario portavoz de Extranjeristas en Red
Premio Nacho de la Mata 2022 a la defensa de los Derechos Humanos del Consejo General de la Abogacía de España